El 02 de noviembre, la Iglesia celebra el día de los fieles difuntos, con la finalidad de valorar el paso de los seres queridos en nuestras vidas. Es por esto, que el CEST celebró una liturgia del día de los difuntos para hacer memoria agradecida de las personas fallecidas de la Comunidad Educativa, especialmente en este tiempo de pandemia. La celebración fue presidida por el padre Pedro Pablo Cuello en Sede Norte, y por el padre Eduard Rojas en Sede Sur.   Con cirios encendidos, tres integrantes del CEST hicieron oración de perdón, para luego ser depositadas junto a los cirios en un altar preparado para el recuerdo y el agradecimiento.

En el mensaje, el padre Eduard recordó que la muerte es casi un tema que no hablamos y continuamente se intenta evitar de nuestra mente, realidad que concierne a todos, y que se ha hecho más presente con la pandemia, añadiendo que, ante este misterio, “incluso conscientemente buscamos algo que nos invita a encontrar un signo que nos proporcione consolación, que nos dé un poco de esperanza”.

“La pregunta entonces es, ¿creemos que el Señor es capaz de vencer la muerte y que más allá de esta existencia tenemos un lugar que nos espera? La solemnidad de todos los santos y la conmemoración de todos los difuntos, que celebramos, nos dice que solamente quien puede reconocer la gran esperanza de la muerte puede también vivir de esa esperanza. La clave está en el amor, por amor Cristo muere y resucita; por amor somos creados y por amor somos salvados. El ser humano necesita de la eternidad, confiar en que hay algo más”, manifestó padre Eduard.

Padre Pedro, en Sede Norte, se refirió a la importancia de no olvidar a nuestros seres queridos, mantener la esperanza de que ellos han vivido el encuentro con el Señor, que la vida no se destruye con la muerte, porque lo que perdura es el amor, el amor lo puede todo y es más fuerte que el dolor, es más fuerte, porque el amor es el amor de Dios.

Terminado el mensaje se hizo oración por los difuntos de la Comunidad, nombrándolos y rogando a Dios por su descanso eterno.

Posterior a esta oración y bendición final, el padre Eduard en Sede Sur y padre Pedro en Sede Norte, llevaron al altar, el texto con los nombres de los difuntos de la comunidad, como signo de respeto y agradecimiento por el paso de todos nuestros seres queridos por este mundo, pidiendo para ellos el gozo de la vida eterna.  Un memorial emotivo y cercano a la realidad que estamos viviendo como país.